- ¿Quieres venirte?

+ ¿A dónde?

- A vivir la vida, a sacar una sonrisa sin preocuparte de las cosas, a saltar y llorar de la emoción y de la alegría, a viajar, a sentir.

Sin reglas

Negaría una y mil veces que te quiero, porque no es así. Querer, con todo lo que conlleva, suena a simple y concreto, directo y rompedor, fuerte y claro, suena a verdad, pero eso no puedo siquiera mencionarlo, te engañaría si te dijera que te quiero de verdad.
Lo nuestro es pura mentira y obligación. Mis recuerdos me obligan a quererte, cada paso hacia ti atrae con más fuerza mis alusiones y, cuanto mas cerca estoy, mas cadenas me atan. No consigo borrar ninguno de los besos, ninguno de los abrazos y ninguna de las caricias… todo eso sí que era de verdad. Pero, desgraciadamente, de ellas solo queda eso, simples recuerdos en forma de ataduras que me confunden y me aferran a una mentira, a nuestra mentira de la cual no consigo escapar…
Cada vez más me asusta nuestra convivencia, nuestro tiempo juntos, la fragilidad de nuestra relación… Cada segundo que pasa me aterra al darme cuenta de que sigues hablando de un nosotros, porque en mi cabeza hace ya tiempo que derivó en un tuyo y mío (por separado,  gracias) y, el verdadero dilema viene cuando tú no lo ves, o no quieres verlo.
Lo poco gusta, mientras que lo mucho siempre agota. No me costó interiorizar esa frase, pero opino que tu deberías analizarla y aprenderla bien. Siempre te pedí que fueras mi cielo, pero ahora te has convertido en mi límite. En un techo que necesito dejar atrás para seguir creciendo y evolucionando. El “nosotros” ha pasado de ser algo pendiente entre tu y yo a convertirse en un pasillo estrecho sin final, que me oprime a cada paso que doy, que no me da la sensación de avance, que me reprime y frena constantemente.
Llegados a este punto solo nos queda contradecirnos, empezar a jugar (siempre sin reglas). Me miras, te miro. Me hablas, te ignoro. Me necesitas, te evito. Me llamas, lo cojo. Hablamos, te odio.  Quedamos, te quiero. Me quieres, te aborrezco. Me besas… El problema viene cuando me besas, porque yo, tiemblo. Y volvemos a empezar.

Pero si tiemblo, siempre hayo la calma. Si tu intención desde el principio era dominarme, la cagaste. Es así. Si me viste como una droga que podías consumir día tras día, cada vez en más cantidad, te equivocaste. Que a mi no me controla ni mi mente. Que si digo negro, lo es y punto, que si te quiero, a mi me quiero más y que sí, que por todos mis compañeros, pero por mi primero.

No hay comentarios:

Publicar un comentario