- ¿Quieres venirte?

+ ¿A dónde?

- A vivir la vida, a sacar una sonrisa sin preocuparte de las cosas, a saltar y llorar de la emoción y de la alegría, a viajar, a sentir.

(Auto)caos

Nos creemos dueños de todo pero no tenemos nada. Nos sentimos supremos pero no queremos la responsabilidad de ser dioses. Pensamos que controlamos todo y no somos capaces ni de controlarnos a nosotros mismos. Sinceramente algo esta fallando y no creo que ninguno vayamos a dar la cara. Queremos hacerlo todo pero siempre necesitamos un duende en el hombro derecho que nos haga dar el primer paso. Pensamos que somos autosuficientes (sin ser orgullosos) y no queremos reconocer que necesitamos a esa persona que nos apoye y de fuerzas en todo momento. Nos reímos de la fragilidad de las personas porque admitir la nuestra propia es de frágiles. Creo que ambicionamos mucho pero hacemos realmente poco
Sabemos que las cosas tienen que cambiar, incluso a veces ideamos el plan de actuación, pero se nos da mejor encontrar la excusa perfecta. Odiamos las injusticias sociales y creemos que deberían erradicarse pero siempre queda todo en efímeras palabras (las cuales se las lleva el viento). Odiamos ser criticados pero no tenemos reparo en realizar “comentarios constructivos” de quienes nos rodean. Sabemos darle la vuelta a todo pero no nos gusta que nos coloquen ninguna tarea repentina. Deseamos ayudar al mundo pero no queremos reconocer que primero nos tenemos que ayudar a nosotros mismos. Sabemos que las pequeñas acciones son las que nos definen pero preferimos ir siempre a lo grande. Miramos el mal ajeno como si estuviéramos en una burbuja sin pesar en que la vida da muchas vueltas, que el karma existe y parece que siempre nos “pilla por sorpresa”. Que un día estamos arriba y al otro estamos maldiciendo a quien nos arrebató el puesto. 
Sabemos lo que está pasando, donde y cómo, pero preferimos hacernos los ciegos. Nos gusta planear el camino difícil (aunque sea para aparentar) pero siempre acabamos cogiendo todos los atajos posibles (y pasando todos los semáforos en ámbar). Creemos en la paz mundial, pero no nos gusta ver las noticias porque sólo cuentan desgracias. Relacionamos el romanticismo con la utopía y el sexo con el clímax. Nos pasamos la vida esperando que pase algo, pero no nos damos cuenta de que lo único que pasa es la vida. Lo ansiamos todo pero luego no valoramos nada. Acortamos nuestra mecha de la paciencia pero exigimos alargar la de los demás. Creo que nos estamos empezando a pasar, si es que no lo hemos hecho ya. Queremos etiquetarlo todo pero nos parece un insulto cuando nos confunden con una señora, porque yo soy señorita, o cuando nos llaman amigos, novios, pareja o eternos enemigos.
Nos gusta marcar nuestros límites (lo mío es mío y lo tuyo también es mío) pero luego nos encanta decir eso de "compartir es vivir", siempre y cuando no seamos nosotros los que salgamos perdiendo. Sabemos que viajando acompañados llegaremos más lejos, pero preferimos hacerlo solos porque así  iremos más rápidos. Ansiamos el orden pero, francamente, así sólo vamos a conseguir el caos (y bien merecido). Admiramos a las "buenas personas" pero hemos perdido totalmente la connotación del término "bueno". De verdad, creo que es el momento de que pase algo (y rápido), ya sea para bien o para mal, porque igualmente veo el mismo final.
Somos profesionales en echar las culpas al resto, pero en cuando la tenemos nosotros nos encanta decir que "la culpa fue del Cha cha cha". Estamos hartos de que nos digan que "la avaricia rompe el saco" pero nunca somos capaces de encontrar el limite a la hora de parar. Queremos dar un giro a nuestra vida de 180º pero siempre acabamos haciéndolo de 360º, teóricamente, sin darnos cuenta (y volvemos a empezar). Estamos acostumbrados a conseguir mucho con muy poco y somos tan increíblemente ingenuos que pensamos que esto nunca nos pasará factura. Queremos ser totalmente independientes pero no soportamos cuando nos dicen aquello de "tú mismo". Pensamos que somos nosotros los únicos que nos enfadamos y que el resto sólo se disgusta porque sólo sabemos usar  la palabra empatía  de una forma teórica y no práctica (por desgracia).
Exigimos que el resto sea oportuno pero nosotros no queremos esperarnos al momento y lugar perfecto para hacer eso que tenemos que hacer y, obviamente, no puede esperar. Somos expertos en actuar con rapidez y agilidad (después de años de práctica), pero muchas veces nos saltamos la etapa de analizar y recapacitar antes de actuar. Exigimos, exigimos y exigimos y no podemos parar de exigir.
Esperamos que todo el mundo sea perfecto y así y todo nos sentimos defraudados cuando esto no se cumple, porque somos así siempre vamos a quererlo todo pero nunca vamos a hacer nada porque ¿para eso ya están los demás, no? Nos encanta el famoso “hoy por ti y mañana por mí” siempre y cuando ese “mañana” sea ya. Somos conscientes de que si no queremos saber la respuesta es mejor no preguntar, pero preguntamos y volveríamos a hacerlo, porque nos encanta tropezar siempre con la misma piedra, pero luego que nos pregunten a nosotros, que lo negaremos por completo. Porque aquí todos tenemos nuestra causa y pensamos que todos van a la suya (menos yo que voy a la mía). Porque nos encanta eso de “todos para uno y uno para todos” pero a la hora de la verdad, si te he visto no me acuerdo.
Sabemos que así no se hacen las cosas, pero también sabemos que si no somos nosotros quienes las hagamos, será el de al lado (o si no el otro) y esto es lo que debemos de empezar a replantearnos. ¿Realmente somos felices así? ¿Estamos cumpliendo (o acercándonos) a nuestro objetivo vital de esta manera? ¿Podemos dormir por las noches sabiendo que cuando despertemos todo seguirá igual? ¿Que nada habrá cambiado hasta que alguien no se lo proponga enserio? Debemos de ser conscientes de que como persona no podemos cambiar el mundo, pero sí podemos cambiar el mundo de una persona y por algo hay que empezar. Una vez comprobado que la dejadez y el abandono nos están llevando al mismo sitio (por no decir al abismo) ¿no será mejor empezar a hacer algo? Probablemente en la actualidad el número de desgracias diarias supere el de las alegrías, pero ¿soy la única que cree que las cifras pueden invertirse en un futuro?

Me siento realmente harta y he sido capaz de salir de un “nosotros” ordinario y corriente para convertirme en “yo”, en quien realmente soy y en quien realmente quiero ser, ya que para lograr resultados distintos no hay que seguir haciendo siempre lo mismo. Yo ya he dado ese paso y no ha sido fácil, la pregunta es, ¿serás capaz tú?

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